Tu otra sombra T03xP056


11/03/2016

El programa Tu otra sombra de esta semana os trae el siguiente contenido:


* Relato de Terror: Os narro una tenebrosa historia escrita por José Manuel Durán: "La voz de los diablos".
* CodeX más allá del misterio: "La Santa Cruz". Los símbolos grabados en el libro de la talla de Rennes Le Chateau y los indicios obtenidos del monasterio benedictino de Montserrat nos han llevado a visitar la basílica más antigua de Barcelona, Sant Just i Pastor o de la Santa Cruz.
¿Encontraremos alguna pista que nos acerque al Santo Grial? o quizá, ¿A otra de las reliquias sagradas de poder?
Comparte con Codex, las exploraciones entre los muros de este misterioso templo, repleto de símbolos y enigmas.
Una vez más, tenemos el misterio a nuestro alcance, gracias a CodeX.
* Mi reflexión "Cuando miro a las estrellas...": "Aprendiz".


Podéis descargarlo en Ivoox, o escuchar todos los programas en la Sección Tu otra sombra

Aprendiz

Hoy se nos ha hecho muy corto el programa, y ni siquiera tenemos tiempo ya para las noticias. Teníamos algo sobre el eclipse que ha podido ser visto desde Indonesia, las montañas de nieve de metano descubiertas en Plutón, unas huellas no humanas en unas pinturas, en el sudoeste de Egipto, o ese asteroide que se acerca a la Tierra: el llamado 2013 TX68.
Pero como reflexión sí quiero hacer hincapié en los cambios que se producen en la gente en general, cuando aprenden a través del dolor y se convierten en el reflejo de lo que han sufrido y pasado. Hay veces en que las mentiras, los engaños y desengaños nos cambian por dentro, y hacen que nuestro noble corazón se cierre, e incluso nos haga ser crueles en ciertos momentos. Ese despecho lo he visto no hace mucho, y lo vi antes, y supongo que lo seguiré viendo más adelante en otras situaciones. Y aún así, creo que los entiendo, y en muchos sentidos, muchos de nosotros hemos actuado, o al menos pensado de esta manera.
Pero no voy a ser yo quién os cuente esta noche nada de eso. Para ello he seleccionado un tema interpretado por la cantante Malú, y creo que la letra, el contenido, y el sentimiento con que lo canta, dicen la profundidad que alcanza ser un aprendiz.

Una reflexión de Fernando García


Letra de la canción "Aprendiz", interpretada por Malú:

Tus besos saben tan amargos
cuando te ensucias los labios
con mentiras otra vez.

Dices que te estoy haciendo daño
que con el paso de los años
me estoy haciendo más cruel.
Nunca creí que te vería
remendando mis heridas
con jirones de tu piel.

De ti aprendió mi corazón.
De ti aprendió mi corazón.
No me reproches
que no sepa darte amor.

Me has enseñado tú,
tú has sido mi maestro para hacer sufrir,
si alguna vez fui mala lo aprendí de ti.
No digas que no entiendes
como puedo ser así.
Si te estoy haciendo daño
lo aprendí de ti.

Me has enseñado tú,
maldigo mi inocencia y te maldigo a ti,
maldito el maestro
y maldita la aprendiza,
maldigo lo que amo
y te lo debo te lo debo a ti.

Me duelen tus caricias
porque noto que tus manos
son cristales rotos
bajo mis pies.

Dices que te estoy haciendo daño,
que con el paso de los años
me estoy haciendo más cruel.
Nunca creí que te vería
remendando mis heridas
con jirones de tu piel.

De ti aprendió mi corazón.
De ti aprendió mi corazón.
No me reproches
que no sepa darte amor.

Me has enseñado tú,
tú has sido mi maestro para hacer sufrir,
si alguna vez fui mala lo aprendí de ti.
No digas que no entiendes
como puedo ser así.
Si te estoy haciendo daño
lo aprendí de ti.

Me has enseñado tú.
Maldigo mi inocencia y te maldigo a ti,
maldito el maestro
y maldita la aprendiz,
maldigo lo que amo
y te lo debo a ti.

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La voz de los diablos

Abro la puerta y me encuentro al grupo de padres plantado delante de mi casa. Están nerviosos, casi diría que asustados y lo estuvieron desde el mismo momento en que sus preciosos hijos los convencieron para venir al cumpleaños.
Imagino que todos y cada uno de ellos intentaron persuadirlos, manifestando que no era buena idea pero ya ves, al final vinieron, todos ellos, en contra de la voluntad de sus fantásticos y bien educados papás. Y ahora aquí están, con caras largas y miradas bajas, viniendo a recoger a sus hijitos del alma no vaya a ser que el malvado ogro haya devorado sus lindos y dulces cuerpercitos.
A pesar de que los habían dejado a las cuatro de la tarde y ahora eran ya casi las siete, ninguno de esos padres se alejó demasiado de la casa. Los había estado observando desde la ventana del salón y no tuve ningún reparo en mantener mi figura visible apoyada en el cristal, para hacerles entender que simplemente sabía que estaban ahí. Dieron vueltas, hablaron entre ellos, se metieron en el bar de enfrente y se asomaban cada pocos minutos para mirar hacia la casa. No sé qué esperaban escuchar, quizá gritos horrendos de las gargantas rotas de sus hijos si decidía cortarlos en mil pedazos; no sé qué esperaban ver, tal vez a mí arrastrando sus pequeños cuerpos y echándolos en el contenedor de la basura. Pero nada escucharon y solamente me vieron a mí, colocado frente a la ventana, mirando directamente hacia ellos. Dudo que pudieran apreciarlo, pero yo sonreía de oreja a oreja.

-¿Dónde están los niños?-pregunta unas de las madres. Noto su voz poseída por un miedo tremendo que casi me hace estallar en maquiavélicas carcajadas pero al ver que la mujer se oculta detrás de la espalda de un fornido padre opto por no asustarla demasiado. Sonrío y respondo, aunque mi respuesta, a tenor por las expresiones en sus rostros, que muestran espanto y temor, no los tranquiliza.

-Vuestros hijos están en el sótano. 

Después de pronunciar aquellas palabras comprendo que suenan un tanto lúgubres, siniestras y que también resultan macabras. No se atreven a decirme nada más. Yo me aparto a un lado y les invito a entrar. No mueven ni un solo músculo, solamente sus ojos tratan de examinar con precisión lo que sus miradas alcanzan, esperando ver aparecer en cualquier momento los rostros alegres de sus amadas criaturas. Ya les he dicho que están en el sótano, no pueden verlos. Aún no…

Restando importancia al desprecio que me han hecho, comprendiendo que simplemente los padres estaban asustados por sus hijos, dejo la puerta abierta y les doy la espalda. Escucho algunos murmullos pero no entiendo las palabras que dicen, probablemente rugidos a modo de protesta. Si quieren entrar están invitados, la puerta permanece abierta y en el fondo sé que lo harán, por muy asustados que estén, porque sus hijos se encuentran bajo mi techo…
Para cuando entran yo ya estoy sentado en la butaca del salón. Los invito a tomar asiento, les ofrezco algo de beber pero se niegan tanto a una cosa como a la otra. Mueven sus cabezas de un lado a otro examinando mi casa y por consiguiente juzgándome pero yo soy lo que soy y nunca se lo he ocultado a nadie. Debo admitir, por deferencia, que ellos tampoco.
Noto el ambiente tenso, bastante molesto, casi inquietante. Los observo con interés. Uno a uno, depositando mi mirada en los rostros de todos ellos. Se sobrecogen. El miedo que sienten los tiene completamente agarrotados y apestan a temor. No digo palabra alguna, es absurdo mantener una conversación con ellos y al fin y al cabo tampoco tengo nada interesante que contarles y no me apetece hablarles del caluroso verano que estamos teniendo últimamente, lo cual resulta más que evidente.
Al advertir que alguno de ellos tiembla, que realmente se encuentran a disgusto y preocupados, no puedo hacer otra cosa que levantarme y finalmente dedicarles unas palabras.

-Pronto saldrán.-digo sin mirarlos directamente.-La fiesta tiene que estar a punto de terminar.

Unas risas infantiles que proceden de la lejanía no traen mucha tranquilidad, porque han sonado distantes y distorsionadas. Me encojo de hombros. Las risas de unos niños no pueden sonar mal de ninguna manera.

-Parece que ya vienen.-murmuro.

Pero tardan en aparecer hasta que finalmente la puerta que conduce al sótano se abre produciendo un golpe inesperado que sobresalta a los padres de aquellos niños. Uno a uno van emergiendo del sótano, caminando con extrema lentitud.
Están completamente desnudos y sus cuerpos se encuentran cubiertos de sangre. Arrastran en sus miradas un brillo maligno y sus labios forman una sonrisa de entera satisfacción. Llevan en sus manos un largo y afilado cuchillo que aún chorrea sangre y que sueltan a medida que se acercan a sus padres. Los recojo para dejarlos sobre la mesa.

-Perdón, enseguida arreglo todo esto.

Los padres de todos aquellos niños no dicen absolutamente nada. Están asombrados pero se van relajando porque sus hijos se encuentran bien, aparentemente.

Llamo a mi pequeño, que tarda en subir las escaleras. Es el único que está vestido, el único que no está manchado de sangre, el único que lleva en sus ojos el brillo característico de la inocencia de un niño. Sonrío antes de dirigirme a él.

-Carlos, lleva a tus amigos al baño y que se limpien bien, después que se vistan que sus padres y madres están impacientes por llevárselos.

Mi hijo llama a sus amigos y los siete pequeños giran sus cuerpos desnudos y se acercan. Carlos sube unas escaleras para ir a la planta de arriba y los otros niños lo siguen como autómatas, en fila de a uno, en perfecto y ominoso silencio. Resulta escabroso contemplar sus finas pieles oscuras cubiertas de sangre y cuando desaparecen me vuelvo hacia los padres.

-En unos minutos estarán listos. Quizá debí haber previsto esto pero ya saben que los niños son impredecibles. Carlos los ayudará a limpiarse y después bajarán ya vestidos, luego se los podrán llevar y espero, de corazón lo digo, que se lo hayan pasado bien.

Ninguno dice nada. Noto en sus rostros cierta repulsión y en sus miradas brillos delatores de burla, como un alarde infinito de superioridad. Los maldigo en silencio y no puedo evitar sonreír porque, de algún modo, ya están malditos, atrapados por los prejuicios.
Permanecemos en silencio. Yo los observo. Para ser un grupo de demonios no tienen muy mala pinta aunque esos ropajes negros y las oscuras ojeras que rodean sus ojos podrían delatarlos al conocimiento de los entendidos. Lo que de ningún modo los ayuda a pasar inadvertidos, sin duda, son las pequeñas orejas acabadas en punta, como la hoja de cuchillos afilados. Ellos me miran de soslayo, con sus pupilas agraviadas por un color realmente inquietante pero prestan demasiada atención a las escaleras vacías por donde han desaparecido sus hijos. Supongo que un ser humano como yo, sencillo y normal, no reúne los requisitos necesarios para que me presten un poco de atención ni mi hogar, pequeño, luminoso y humilde, no es digno de su presencia y respeto. A mí me da igual, si he invitado a esos niños a mi casa ha sido para celebrar el cumpleaños de mi hijo que se hizo amigo de estos pequeños diablos en el colegio. He cumplido las normas, he celebrado la fiesta siguiendo las indicaciones escritas en el manual que nos facilitaron en el colegio y creo que se lo han pasado bien. Mi hijo estará feliz y eso es lo único que me importa.
Desde la planta de arriba nos llegan las voces y las risas de los niños y poco a poco van apareciendo, bajando lentamente por las escaleras, como autómatas. Ya están vestidos. Sus ropas oscuras convierten sus figuras en rasgos de penumbras inquietantes y maquiavélicas. Pasan por mi lado con expresiones sombrías cubriendo sus rostros pálidos y demoníacos y alargan sus pequeños brazos para agarrar las manos de sus papás. Sus caras son inexpresivas, como tablas podridas repletas de bichos. Se van marchando con sus padres, uno a uno los veo salir por la puerta y perderse en las calles, dirigiéndose a sus lúgubres hogares. Ninguno de ellos se despide, tampoco lo hacen sus padres y los últimos ni siquiera realizan el esfuerzo de cerrar la puerta a sus espaldas. Me encojo de hombros y entonces me doy cuenta de que mi hijo no ha bajado aún. Lo llamo y no responde.
Cierro la puerta de la calle y dirijo mi mirada a la puerta abierta del sótano. Supongo que debo limpiar todo aquello… 

-¿Carlos? ¿Estás bien? Voy a adecentar el sótano, cuando bajes puedes ponerte algo de comer, la nevera está llena.


No me responde pero no subo para comprobar cómo se encuentra y me dirijo al sótano. Bajo las escaleras y al llegar alargo la mano para encender la luz y comenzar a limpiar los restos de la fiesta de cumpleaños. La verdad es que tiene pinta de que los chavales se lo han pasado muy bien. Escucho ruidos en la cocina y supongo que mi hijo está haciéndose un bocadillo o se calentará la pizza que sobró anoche. Después se irá a la cama. En cuanto acabe de limpiar me tumbaré con él unos minutos y hablaremos.

Observo el sótano y me da pereza empezar. Lo primero que voy a hacer es descolgar los cuerpos abiertos en canal que penden del techo. Siete en concreto, uno por cada amigo de mi hijo. El suelo está completamente cubierto de sangre y hay restos de vísceras por todas partes. Supongo que traje demasiada comida para que a los pobres diablos no les faltara de nada.
Sobre la mesa que coloqué en el centro hay cuatro cabezas cortadas con la boca abierta. Por ellas asoman sus largas y oscuras lenguas, atravesadas por alfileres negros. Las lenguas están destrozadas, agujereadas por completo, por lo que intuyo que los muchachos se lo han pasado francamente bien. A las cabezas les faltan los ojos. Dos agujeros desagradables están en su lugar, cavidades vacías, de horrible aspecto. Los diablos se los han tenido que comer. Por lo que me dijeron, son de las golosinas más sabrosas.
Agarro las cabezas y las meto dentro de un saco. Después descuelgo los cuerpos abiertos en canal y me imagino a los amiguitos de mi hijo disfrutando como genuinos diablos, abriendo esos vientres fríos y rígidos para meter sus cabezas entre las entrañas. “El Juego de los Valientes”, que suelen llamarlo, pero no sé bien por qué.
Tras el esfuerzo que supone apilar los cuerpos de los desconocidos en un rincón y que después debo trocear e introducir en bolsas de basura para tirarlas en el contenedor antes de la medianoche, que es cuando pasa el camión de la limpieza, me pregunto cómo podré quitar la sangre del suelo y las paredes. Mi idea inicial había sido forrar todo con plástico y papel para evitar las manchas pero Carlos me había dicho que entonces sería “menos divertido” y ante todo está la felicidad de mi hijo. Tenía mucho trabajo por delante y al menos iba a necesitar un par de días para dejar aquello como si nada hubiera ocurrido.
Recojo las velas negras que había colocado en el suelo, en los vértices de un pentagrama dibujado con tiza, ya apagadas y casi consumidas y las meto en otra bolsa. Las lanzo junto al bulto donde están las cabezas cercenazas. Miro en rededor. Hay restos de cadáveres a un lado y otro del sótano. Siento algunas arcadas al descubrir trozos de hígado pisados, hecho papillas encima de unos platos e intestinos resbalando entre las sillas. No han comido mucho, la verdad, y es una pena tirar todo aquello pero no queda otra opción.
Cuando decido descansar son ya las dos de la mañana. Me ha costado mucho llevar los cuerpos desmembrados al final del jardín para dejarlos en el contenedor. Incluso he tenido que pedir al conductor del camión que aguardara unos instantes pues le señalé que aún debía recoger las cabezas del cumpleaños y él, lejos de molestarse y poner cara de energúmeno, se bajó del camión y me echó una mano. 

-Espero que los chicos se lo hayan pasado bien.

-Yo creo que sí. Gracias

Se marchó y permanecí unos instantes observando el camión, hasta que las luces se extinguieron en la oscuridad. Encendí un cigarrillo, lo fumé tranquilamente y después volví al interior para seguir limpiando.
Oigo ruido a mis espaldas y me giro. Carlos está sentado en mitad de las escaleras, con la cabeza hacia abajo. Tiene la barbilla pegada al pecho. Me siento junto a él.

-¿Qué te pasa, Carlos, no te lo has pasado bien?

Se encoge de hombros pero no levanta la cabeza. Parece triste y le paso el brazo por los hombros. No se mueve.

-¿Qué te ocurre?

No me responde. Me agacho sobre él y le pido que levante su cabeza pero no quiere hacerlo. Trato de levantársela yo pero no lo consigo. Le obligo a ello y al hacerlo descubro que sus ojos están cubiertos de lágrimas.

-¿Te han hecho daño tus amigos?

Niega con la cabeza y se levanta para subir corriendo. Voy tras él y lo pillo mirando por la ventana. No puedo entender qué es lo que ha pasado en la fiesta para que ahora se comporte de este modo y juro que si alguno de esos pequeños diablos le ha hecho algo no dudaré en ajustar cuentas con sus padres, por muy demonios que estos sean. Carlos había insistido mucho en invitar precisamente a esos amigos y no a otros compañeros de colegio. Quería precisamente al grupo de esos siete muchachos que vivían en este pequeño y oscuro pueblo en el que habíamos caído sin comprender que casi nos estábamos metiendo en el mismísimo infierno. Nunca supimos, hasta que fue demasiado tarde, que habíamos comprado una casa en un pueblo maldito y aunque en el colegio mi hijo jugaba con niños humanos, aquí, en esta población, sólo había demonios y era fácil vivir con ellos si aceptabas sus normas y costumbres. Y nosotros lo hicimos. Hoy había sido el primer cumpleaños que mi hijo había celebrado con ellos y nos ajustamos a las directrices establecidas. Aún así, nunca fuimos bien recibidos. Ellos, los demonios, aunque parezca extraño entenderlo, nos tenían miedo a nosotros, los humanos, como si fuéramos bichos raros. 
Necesito saber por qué Carlos se encuentra tan triste y deprimido. Comienzo a hablarle. Sigue dándome la espalda. Mira por la ventana. Tiene los brazos levantados y las palmas de las manos pegadas al cristal, al igual que su frente. Guardo silencio, extrañado, cuando descubro un inesperado resplandor en el exterior. Me asomo a la otra ventana. No me doy cuenta de que Carlos abandona su posición y desaparece en una de las habitaciones.
Fuera está ocurriendo algo extraño. El resplandor, tembloroso e inquietante, procede de varias antorchas colocadas en círculo alrededor de la casa. Están clavadas en el jardín y nosotros nos encontramos en el centro. Junto a aquellas antorchas vislumbro la silueta de siete niños vestidos enteramente de negro y no dudo de que son los mismos que han estado horas antes en la fiesta de cumpleaños. Esta vez sus padres no aparecen por ninguna parte. 
Por primera vez desde que nos mudamos a aquella casa estoy asustado. Nunca los diablos, ni tampoco los demonios, habían hecho algo tan extraño e intuyo que no significa nada bueno. Escucho ruido a mis espaldas pero no me giro, supongo que Carlos permanece tan asustado como yo. 
No quito ojo de la visión que me aguarda en el exterior. Las siete diminutas figuras permanecen inmóviles, con sus rostros volcados hacia la casa. Desde la distancia puedo apreciar sus pupilas dilatadas y encendidas, recubiertas de un fulgor rojizo que me hace palidecer. Temo por mi vida y sobre todo por la de mi hijo pero no muevo ni un solo músculo. Ha sido un error convivir con los demonios, no cabe duda. La tranquilidad nos ha arropado hasta este mismo momento pero aquellos seres son perversos por naturaleza y ahora, por algún motivo, están aquí y vienen a por nosotros. Son unos malditos críos pero no hay nada que hacer, solo espero que no quieran entrar, que todo no sea más que una broma para asustarnos. Si es así, lo están consiguiendo. 
Apenas me da tiempo de girarme cuando vuelvo a escuchar un ruido extraño a mis espaldas pero consigo ver venir el filo del hacha que se aproxima vertiginosamente hacia mí. Antes de recibir el impacto y de que mi cabeza vuele para estrellarse contra la pared, puedo fijarme en la expresión maléfica que contiene el rostro de Carlos. Parece que lleva una máscara cubriendo su angelical cara, tal vez para semejarse a ellos, y en el momento en que mi cabeza se separa del cuerpo, comprendo y acepto que mi querido hijo ha decidido dejar de ser humano para convertirse en diablo.
Algo ocurrió en la fiesta de cumpleaños, algo que le llamó poderosamente la atención, que le excitó y entusiasmó, que le hizo querer ser como ellos y entendió que tal vez (quizá aconsejado por sus amigos) la única forma de abrazar el Mal fuera realizando un acto malvado. Y el cabrón de Carlitos ha decidido liquidar a su querido papá. 
Tal vez en su defensa esgrimirá el argumento de que las voces de los diablos le animaron a ejecutar tan salvaje acto y en esta ocasión, casi de forma literal, no le faltará razón…

Escrito por José Manuel Durán

Tu otra sombra T03xP055

04/03/2016
El programa Tu otra sombra de esta semana os trae el siguiente contenido:


* Relato de Terror: Os narro una tenebrosa historia escrita por José Manuel Durán: "Hora de levantarse".
* Cuaderno de Investigación: Algunos sucesos extraños. contados por vosotros en esta sección.
* Noticias. Lo más destacado de los últimos días en referencia al mundo del misterio, la ciencia y cosas curiosas.
* El poder de la mente: "Hipno neuro cración cuántica". Con este sugerente título, el escritor e investigador Miguel Alcaraz nos trae esta noche las claves para mejorar nuestra vida. Con la visualización, la relajación y otras condiciones mentales, podemos hacer que las cosas cambien. De reciente publicación este libro, su autor nos desvela esta noche cómo usar este método.
* En la Búsqueda. Escuchamos una entrevista realizada al veterano investigador y divulgador de misterios, José Antonio Roldán. Testigos y protagonistas del misterio son la base de su trabajo. La entrevista fue realizada por nuestro compañero Antón Rebollido de radio galega.
* Mi reflexión "Cuando miro a las estrellas...": "El valor de lo superficial".

Podéis descargarlo en Ivoox, o escuchar todos los programas en la Sección Tu otra sombra


El valor de lo superficial

Cuántas veces escuchamos hablar de las cosas que verdaderamente tienen importancia. Esas cosas que pensamos que tienen un valor, ya sea económico, sentimental, o de amistad. Somos de lengua fácil cuando queremos expresarnos, pero no toda la información va implícita en las palabras. También cuentan las obras, nuestros actos y nuestro comportamiento frente a las situaciones.
Los amigos, esos que dicen serlo cuando estás en buena posición. Cuando se te acercan para tomar un café, una copa, o para cenar y compartir momentos. Pero la moneda tiene dos caras, y algunas personas también. Oigo hablar de la falta de lealtad, de la escasez de valores humanos, de lo rápido que vivimos el día a día y de lo poco que aprovechamos lo verdaderamente importante.
Ya sabéis que no creo en las coincidencias. Pienso que todo tiene una causa y efecto, pero que no somos capaces de descubrir las complejas ecuaciones e incógnitas que encierra semejante fórmula en la vida. No sabemos cómo funciona, pero es así. Tampoco sabemos realizar cálculos matemáticos para cada movimiento que realizamos, pero somos capaces de ejercer el movimiento adecuado y la fuerza suficiente para coger un gran peso, o una frágil flor. Fuera de formulismos, somos capaces de realizar muchas más cosas de lo que creemos.
Pero lo que creemos, y lo que pensamos, se convierte para algunos en la única realidad existente. Todo lo demás carece de sentido, de valor… No existe el arte, la música, los colores ni las emociones. Sólo creen que existen cuadros, instrumentos, sombras y conveniencias. Las palabras dicen una cosa, pero los actos muestran otra cosa bien distinta. Es así cómo veo a muchas personas, que se venden por figurar en algún sitio, por tener su minuto de gloria y luego, poder vivir de los recuerdos.
Y el mundo contempla con cierta quietud que muchos acontecimientos son injustos, pero nada se hace por cambiarlo. Se habla de apocalipsis, virus, terremotos, de un futuro nefasto que está por llegar… Y la espera se hace eterna, porque –a mi entender- podemos seguir esperando. Y creo que esa forma de pensar obedece a una sociedad que necesita de un cambio. Necesita comprobar que más allá de lo que están haciendo, existe también un mundo mejor, un mundo como el que sienten muy adentro, pero que el miedo a aparentar debilidad les hace olvidarlo. La costumbre de olvidar, la costumbre de mirar por uno mismo, nos aparta de la fraternidad, de la comprensión, del acercamiento y el respeto.
Pero es tan difícil tratar de hacer posible un sueño, que nos engañamos dando valor a lo más superficial.

Una reflexión de Fernando García

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Hora de levantarse

Ha llegado el momento de rasgar la oscuridad que me abraza e incorporarme. Salir de esta fría prisión y abandonar el habitáculo cubierto por las sombras que me mantienen inmóvil. La sensación es angustiosa. Un extraño hormigueo en mis articulaciones se convierte en pequeños y molestos calambres. 

Mi conciencia se ha desplazado hacia un lado, como si hubiera sido barrida por una fuerza superior y sé que no la volveré a recuperar. Apenas tengo recuerdos y los pocos que quedan permanecen difusos, anclados en lo profundo de un interior que no me pertenece. Básicamente son rostros que ya no reconozco, voces que no entiendo, olores que no puedo interpretar. No sé quién soy pero me siento obligado a levantarme. Ha llegado la hora, es el momento de hacerlo. 

No soy el único. Sé que muchos miles en mi misma situación han abierto los ojos y tratan de incorporarse. Somos una plaga que asolará el mundo, sembraremos la muerte y la destrucción, llevaremos el horror hacia el interior de todos vuestros corazones y romperemos vuestras almas, por el simple hecho de que disponemos de esa virtud. 

Saldremos a la noche. Caminaremos hacia la vida desde la propia muerte. Avanzaremos sin impedimentos. Nos alzaremos en todas las partes del mundo y los cuerpos podridos de los que caerán, vendrán acompañados de enfermedades que convertirán vuestra supervivencia en una utopía. 

Somos un enjambre de monstruos hambrientos, manejados por la furia que se ha desatado en el infierno. Los demonios luchan entre ellos y nosotros nos hemos convertido en sus juguetes, en simples herramientas de los malignos, que pretenden destruir el mundo. 

Ellos nos dirigen y nos instigan con una agresividad que nos oprime desde nuestra propia profundidad. Estamos hambrientos y ansiamos comer. Estamos desesperados, furiosos. Olemos a los vivos. Los perseguimos. Nos los comeremos. 

Caminamos. Avanzamos, al tiempo que nuestro cuerpo deja un aroma de peste y la piel ajada se descompone a cada paso. Somos monstruos enviados por la muerte. 

Caos. Destrucción. 

Futuro negro para una Humanidad desesperada que se aproxima a la extinción. 

Es hora de levantarse, ya avanzamos por las calles de tu ciudad.

Escrito por José Manuel Durán

Secretos Subterráneos de los Mundos Olvidados

Cueva de los Tayos 
"Secretos Subterráneos de los Mundos Olvidados" 
Débora Goldstern 



Finalmente se cumple un sueño, y "Cueva de los Tayos. Secretos Subterráneos de los Mundos Olvidados", ve la luz, a través de la editorial española Corona Borealis. Todo un hito. 
"La leyenda cuenta que muerto Atahualpa última emperador inca, un fabuloso tesoro fue enterrado desapareciendo para siempre de la faz de la tierra, quedando oculto, en inmensos túneles subterráneos. Durante siglos, este misterio acompañó a cientos de aventureros deseosos por hacerse con el enigmático botín, siendo Bolivia y Perú los países más explorados en busca de aquella riqueza 

En 1974 Erich Von Däniken el autor del best seller “El Oro de los Dioses”. declaró :“he descubierto, en la región oriental, provincia de Morona, Santiago, dentro de los límites de la República del Ecuador, objetos preciosos de gran valor cultural e histórico para la Humanidad que consisten en láminas metálicas que elaboradas por el hombre contienen la relación histórica de toda una civilización perdida de la cual el género humano no tiene memoria ni indicio todavía. 

Tales objetos se encuentran agrupados dentro de variadas y distintas cuevas, siendo de diversas clases en cada una de ellas”.La historia que cautivó a miles de lectores en el mundo, daba cuenta de un fabuloso descubrimiento realizado en una cueva del Ecuador, dónde se albergaría una biblioteca metálica compuesta por láminas de oro con escritura ideográfica desconocida, relatando la verdadera historia de la Humanidad Para refrendar este hallazgo se difundió un Acta notarial firmado por un expedicionario húngaro llamado Juan Móricz dando fé del descubrimiento. A pesar de las críticas, el tema continuó generando fuerte interés y científicos ingleses y ecuatorianos emprendieron una ambiciosa expedición conjunta en 1976, con el único objeto, dijeron, de estudiar en profundidad el complejo subterráneo de los Tayos Lo cierto es que Móricz el presunto descubridor, se volvió un ser hermético y hasta el día de su muerte acaecida en 1991 evitó pronunciarse sobre la localización exacta del tesoro Han tenido que transcurrir casi cuarenta y tres años para que los Tayos, así como sus secretos andinos volvieran emerger de la mano de Débora". 
Reseña del libro realizada por mi colega y amigo, José Antonio Caravaca. 


“ALUCINADO con el magnífico trabajo desplegado por Débora Goldstern en su libro "CUEVA DE LOS TAYOS" (de próxima aparición). La investigadora ha logrado, lo que parecía imposible, seguir la pista de un personaje tan misterioso como Juan Móricz. y desgranar todos los entresijos de sus expediciones en busca de un supuesto fantástico reino subterráneo. 


De una ERUDICIÓN apabullante, la autora nos sumerge en una crónica pormenorizada sobre todos los enigmas que acontecen alrededor de uno de los misterios más fascinantes de Sudamérica. 


ALUCINADO de la increíble cantidad de datos desplegados en el libro, obtenidos, de innumerables fuentes bibliográficas, periodísticas, entrevistas personales, correos epistolares, emails, etc.. 

Nazis, sociedades secretas, OVNIs, extrañas muertes, espías, astronautas que caminaron por la Luna, conspiraciones religiosas, secretos vaticanos y muchas más sorpresas se dan cita en las páginas de "CUEVA DE LOS TAYOS"... 

Antes de su inminente irrupción en las librerías auguro un gran porvenir a esta talentosa obra, un incunable en ciernes, fruto de una de las mejores investigadoras del mundo intraterreno... 

Alucinado me has dejado querida y estimada amiga..” 

JOSÉ ANTONIO CARAVACA. El autor pertenece a la última hornada de investigadores, escritores y reporteros centrados en el mundo de las paraciencias surgidos a principios de la década de los noventa en España. Ha publicado más de 500 artículos de investigación sobre OVNIS, criptozoología, arqueología y otras cuestiones relacionadas con lo heterodoxo. Colabora en la Revista ENIGMAS, AÑO CERO, MAS ALLA, EL OJO CRITICO y otros medios de comunicación 

El libro puede ser adquirido desde este enlace:

Secretos Subterráneos de los Mundos Olvidados. Cueva de los Tayos (Spanish Edition) by Débora Goldstern: AMAZON.ES





Un espectacular meteorito atraviesa el cielo de Requena













Un espectacular meteorito atraviesa el cielo de Requena

EFE 

El Observatorio de La Hita ha grabado una bola de fuego, más brillante que la Luna llena, que fue "especialmente espectacular" para quienes la vieron desde Madrid, Cuenca y Valencia, y que alcanzó una altura final de 32 kilómetros sobre la vertical de Requena (Valencia).
Esta bola de fuego se suma a otras dos bolas, menos brillantes, vistas el pasado fin de semana, según ha informado en un comunicado el Observatorio de La Hita, ubicado en La Puebla de Almoradiel (Toledo).
La bola de fuego pudo ser vista poco antes del amanecer de ayer, 23 de febrero, sobre las 06:45 horas, y fue grabada por los detectores que la Universidad de Huelva tiene en los observatorios astronómicos de La Hita y de Calar Alto (Almería).
Es la tercera bola de fuego que registra el observatorio de La Puebla de Almoradiel en apenas cinco días ya que los días 19 y 21 también observó otras dos bolas, aunque menos brillantes que la de ayer.
El observatorio ha recalcado, no obstante, que se trata de una "mera coincidencia" ya que los tres fenómenos no guardan ninguna relación entre sí.
Según el análisis llevado a cabo por el profesor José María Madiedo (Universidad de Huelva), la bola de fuego de ayer se produjo por el brusco impacto contra la atmósfera terrestre de una roca a una velocidad de unos 111.000 kilómetros por hora.
Esto hizo que la temperatura de la superficie de la roca superase rápidamente los 2.000 grados centígrados y se iniciara la bola a una altitud de unos 93 kilómetros sobre la vertical de Almodóvar del Pinar (Cuenca).
La bola de fuego alcanzó un brillo superior al de la Luna llena según avanzaba en dirección sureste y alcanzó una altura final de 32 kilómetros sobre la vertical de Requena (Valencia).
Las explosiones que pudieron observarse conforme se fue destruyendo el objeto hicieron que el fenómeno resultase mucho más llamativo.
La Hita ha explicado que las bolas de fuego registradas los días 19 y 21 fueron producidos por rocas que procedían de lugares diferentes del Sistema Solar.
Según Madiedo, la roca que produjo el fenómeno visto ayer seguía una órbita tipo cometa antes de impactar con la Tierra, aunque ha añadido que resultó "llamativo" que la resistencia del material fuese superior a la habitual para una roca procedente de un cometa.
Los detectores de La Hita trabajan en el marco del proyecto Smart, cuya finalidad es vigilar continuamente el cielo con el fin de registrar el impacto contra la atmósfera terrestre de rocas procedentes de distintos lugares del Sistema Solar.
Estos detectores, precisa el observatorio, han conseguido obtener también datos que permitirán determinar la composición química del objeto y ayudará a los astrónomos a identificar su origen y sus propiedades



http://www.levante-emv.com/multimedia/videos/comunitat-valenciana/2016-02-24-60699-avistan-bola-fuego-cielo-valencia.html




Las fotografías que me enviaban mis compañeros, y obtenidas en Requena y Portugal, respectivamente: