Tu otra sombra T03xP040

27/09/2015



El programa Tu otra sombra de esta semana os trae el siguiente contenido:
* Relato del terror: "El final de una historia de amor", escrito por José Manuel Durán.
* Codex más allá del misterio. Hoy escucharemos las aventuras de nuestros compañero participando en una Alerta OVNI.
* Cuaderno de Investigación. Los casos extraños que os ocurren, contados por los propios testigos.
* Cuando miro a las estrellas... Mi reflexión sobre:  "De mi amiga, desde la oscuridad".


Podéis descargarlo en Ivoox o escucharlo aquí, en la Sección Tu otra sombra


De mi amiga, desde la oscuridad

La condición humana nos hace ser a veces iguales, y otras veces muy diferentes. La otra noche fue parte de una revelación, porque si admitimos que en el Universo existen señales que nos conducen hacia algún lugar, no puedo cuanto menos que recordar la coincidencia que me ha llevado a contaros. Y es que, algunas cosas que observamos y que vivimos nos hacen sentir y pensar. La rutina y las prisas hacen que olvidemos muchos de estos aspectos, pero en mi caso, cuando medito y me paro para ver lo aprendido, entendí que aquel día me enviaba un mensaje: una eterna lucha entre nuestras fuerzas positivas y negativas. Entre la Luz y la Oscuridad. Y pensé sobre ello, y comencé a escribirlo para esta reflexión.
Pero poco después conversé ciertas cosas con una amiga, con Rosa Santizo, y me sentí impactado por su fuerza, por su andadura tras las adversidades, y por su amistad –aunque nos separe la distancia-. Pero fruto de los entresijos del destino, de la llamada suerte, o las conexiones invisibles que nos unen a todos, me encontraba leyendo algunos correos, mensajes de las redes sociales y otros medios, cuando llegó algo que me dejó pendiente a la pantalla del ordenador. Frente a mí tenía un pensamiento muy parecido al que yo había escrito para esta reflexión. Era de mi amiga Rosa.
Y esta coincidencia, este reflejo de los sentimientos, los reflejaba mi amiga con un título tan sugerente como: ¡Y Se Hizo La Oscuridad...!
“Llegó el día sabido por muy pocos, cuando la negrura más espesa intentaba penetrar la tierra no dejando que la inicua luz que siempre había dominado el planeta, siguiese entrando en ella más que por resquicios por donde a fuerza de intentar abrirse paso, aún no había sido consumida por la oscuridad.
La guerra tan temida y al mismo tiempo esperada por las fuerzas de la oscuridad y las de la luz se encontraba en su momento álgido, una guerra que existía desde los albores de los tiempos, y que aunque se manifestaba abiertamente con toda su crudeza, los hombres tan imbuidos en su trajinar diario habían decidido primero ignorar y luego olvidar, como si por ello los ataques que sufrían por ambas partes dejasen así de existir.
Humanos cobardes y despreciables que en su mayoría no querían posicionarse en uno u otro bando, esperando que todo volviese a su cauce por bondad de unos dioses a los que bajo una forma u otra adoraban. Seres Supremos a los que sin saber, ellos mismos habían dado su fuerza y poder, acudiendo a estos poderosos para mitigar sus miedos, sus temores más profundos, intentando así encontrar explicación a todo aquello que escapaba al control de sus menguadas y manipuladas mentes, de su escasa inteligencia. Estos eran los que se dejaban guiar por convencionalismos, por las tradiciones, siguiendo los pasos que les marcaban sin cuestionar nada, haciendo lo que siempre se ha hecho porque sí. Humanos fabricados para ser esclavos sintiéndose libres, a los que se les oprimía tanto física como mentalmente, siendo utilizados desde los orígenes del mundo de diferentes formas.
Para ello contaban con innumerables medios, para muchos utilizaban la religión, era una forma de control que les había servido a través de los siglos con resultados realmente buenos, una religión que variaba conforme esos humanos creían evolucionar; también contaban con gurús, chamanes, charlatanes de tres al cuarto, y si todo esto no era suficiente en los últimos tiempos, al ver que las creencias de las gentes se iban debilitando, crearon todo un ejército que no cesaba de crecer de espiritualoides, que con sus "auto-ayudas" embaucaban a los que sabían se sentían hastiados de tanto credo y tradición, ideas para muchos desfasadas que ya no se ajustaban a los tiempos actuales, devorando a los nuevos crédulos que en su desesperación gastaban lo que no tenían, con la estéril esperanza de mejorar sus anodinas vidas. Todo era posible de conseguir, la felicidad plena a su alcance por un módico precio. Gente sin escrúpulos, que vivían a costa de explotar las miserias y la desesperación de sus semejantes.
Pero de entre todos estos despreciables humanos que sin duda trabajaban para esa mal llamada luz, había un grupo, uno que se denominaban así mismos como "Los Portadores de Luz", estos Guardianes del Saber, han sido y son los que siempre vieron más allá, aquellos que escucharon las voces de esos Dioses disidentes y que arriesgándolo todo se mostraron a los hombres para hacerles despertar. Pero la mayoría, como era de esperar, no quisieron escuchar, prefiriendo la aparente comodidad, a la lucha por una libertad que lo era realmente. En su miedo ignoraron las voces que en la oscuridad les daban aviso, dejándose dominar por unos pensamientos inducidos que les hacían creer que eran demonios los que les susurraban al oído, los que intentaban devorar sus almas, de esta forma rechazaron las innumerables advertencias y poco a poco las voces se fueron apagando. A los que en su empeño manifestaban oír esos susurros que golpeaban con frenesí sus mentes, los confinaban en centros donde por medio de fármacos se encargaban de anular al sujeto, mermando todas sus facultades, convirtiéndolos en guiñapos, haciendo de esta forma que ya no fuesen un peligro para aquellos que no querían una humanidad despierta, una que viese los verdaderos rostros de los que les dominaban tras bambalinas edulcoradas. Pero estos Dioses liberadores, no se dieron por vencidos y en su afán por ser escuchados se exponían cada vez más, hasta que fueron descubiertos por esas fuerzas de la Luz que no querían que su propia creación despertase y se diesen cuenta, de que toda esa bondad no era más que una mascarada para controlar sus vidas hasta más allá de la propia muerte.
La guerra entre las fuerzas de la luz y las fuerzas de la oscuridad se desató, quedando estos últimos vencidos fueron duramente castigados, sentenciados a vivir entre los mortales que habían tratado liberar, Ángeles Caídos a los que intentaron despojar de su divinidad. Así desde un tiempo que se pierde entre los mitos y leyendas que los hombres cuentan como fantasía, estos seres de la oscuridad caminan junto al resto de mortales, compartiendo su mismo espacio-tiempo, pero viendo y sabiendo lo que la mayoría prefiere ignorar por pura pereza y comodidad. Son las sombras que se deslizan en la penumbra, el gemido que se manifiesta en el silbido del viento como señal inequívoca de que aún están ahí, dispuestos a seguir guerreando desde la clandestinidad, dándonos aviso con diferentes mensajes que nos empeñamos en ignorar, haciendo que sintamos su presencia por medio de estremecer nuestros cuerpos, escalofríos a los que no sabemos dar una respuesta racional. Visitándonos en la vigilia del sueño, cuando nuestro cuerpo físico baja la guardia y se deja llevar al mundo onírico donde por medio de sueños, que a veces no son tales, intentan darnos la velada información para que despertemos y afrontemos la falsa realidad en la que el ser humano, lleva metida desde que esos seres decidieron fabricar unos armazones de carne y hueso a los que insuflaron aliento de vida para utilizarlos a su antojo, para luego, una vez fuesen inservibles desechar como a juguetes rotos. Una jugada perfecta si además conseguían que estos infelices les tuviesen por sus bondadosos hacedores, seres de luz que cuidaban de su creación, cuando la espeluznante realidad es que tras la máscara se ocultan unos engendros que si se manifestasen tal cual son, su sola visión haría morir de espanto a todo aquel que les contemplase.
El tiempo ha transcurrido, en silencio han seguido su camino junto a Los Guardianes del Saber, las edades se han sucedido, el ser humano que lleva en este mundo un suspiro ha sucumbido a todos los vicios para regocijo de sus creadores, han desterrado la verdadera sabiduría, no dudando en torturar y matar a través de los siglos a cuántos de estos Guerreros han podido capturar, a todos aquellos que han intentado despertar a una humanidad engañada y manipulada por aquellos que solo les ven como mano de obra reemplazable. Para conseguir sus funestos fines, siempre han contado con la ayuda de esbirros que se camuflan entre las filas de estos humanos, ocupando normalmente puestos de poder, para así servir mejor a sus amos, vendiendo sin dudarlo a su propia raza por unas cuantas monedas, bajo la promesa de una prosperidad tan efímera como lo son sus patéticas vidas. La miseria de estos es tal, que aún sabiendo que sus vidas tienen un fin, no dudan en traicionar a su propia especie con la esperanza de pasar el tiempo que les quieran asignar de una forma que a ellos, en su egoísmo y soberbia les parece plácida, sin pararse a pensar siquiera que una vez cumplida su misión, serán sustituidos por otros sin ningún tipo de miramiento ni consideración.
Aun así, Los Portadores de Luz han luchado en contra de esta fábrica de mentiras desde que el primero de los esclavos, decidió escuchar las voces que como una sola consiguieron zarandear su conciencia, alertándoles sobre como esa humanidad a la que pertenecen es utilizada como títeres en favor de unos dioses que un día decidieron utilizarlos para unos fines, que escapa a la comprensión de unos seres que falsamente creen estar hechos a la semejanza de sus amos.
Con el transcurso de los tiempos, el número de los guardianes terrestres ha ido aumentando sigilosamente, intentando no ser descubiertos por los secuaces que se posicionan al lado de esa vana luz. Así el número de los intrépidos guerreros que pertenecen al silencio y a la oscuridad va creciendo lentamente, estando sin estar procuran extenderse como una sombra que va cubriendo a todo aquel que desea escuchar, hijos de la rebeldía que se unen engrosando las filas de los que desde la esfera espiritual planean el golpe final, en un intento de hacer de este planeta un lugar idílico donde vivir en verdadera Libertad, libres del azote de unos dioses que se mofan de la imperfecta creación que a sabiendas hicieron para así poder dominarles mejor. Estos venidos de las estrellas, en su maldad y no contentos con esto se divierten haciéndoles padecer todos los sufrimientos que sus delirantes mentes son capaces de idear, ensayos que realizan unas veces para perfeccionar su esperpéntica especie, otras por pura diversión. Pero los estúpidos humanos aun así intentan explicar estas crueldades, siguiendo adorando a sus torturadores, dirigiéndoles plegarias que si son oídas solo sirven como divertimento de unos seres que un buen día al descubrir este planeta pensaron sería un buen lugar para dar rienda suelta a sus más perversos experimentos, engendrando a unos seres a los que esclavizarían y de los que se alimentarían, succionándoles desde el mismo momento de su nacimiento toda su esencia, hasta dejarlos completamente secos. Por ello uno de sus esfuerzos iban dirigidos a hacerles creer que lo mejor que podían hacer, era reproducirse cuanto más mejor, de esta forma siempre estarían abastecidos, pudiendo elegir quedarse con unos u otros especímenes según conviniese a sus propósitos.
El tiempo se ha acortado, ha llegado el momento ansiado, la hora en que todo se destapará para que la humanidad no tenga más remedio que tomar partido, de posicionarse en el bando de la oscuridad que conduce al conocimiento, la sabiduría y la libertad; o por el contrario escoger la vacía luz que los deslumbrará de tal forma, que después de haber luchado por ella los conducirá al lugar donde seguirán siendo esclavos por un tiempo al que nunca le verán el final, contribuyendo a abastecer a unos engendros que cubren sus verdaderos rostros para no espantar a los que como ganado, alimentan sus cuerpos y sus mentes.
Todo está preparado, la batalla final ha dado comienzo aunque muchos aún no se han percatado de ello, o no han querido hacerlo. La lucha encarnizada ha comenzado, la sangre ahora más que nunca empapa la tierra, inundando cada rincón, la gente despavorida corre en busca de un refugio que no existe, no hay donde escapar. Mientras tanto los humanos caídos de uno y otro bando se cuentan por millones, pero no importa, en su estupidez siguen reproduciéndose, siguen dando esclavos a un sistema que los desprecia y que los utiliza en una guerra que nada tendría que ver con ellos.
Equivocadamente aquellos que pensando que si no tomaban partido sobrevivirían, han sido los primeros en ser eliminados, la piedad no existe para los individuos cuya tibieza de corazón solo han buscado esconderse para, de forma desesperada, salvar sus vidas. No sabemos cuánto durará esta contienda, lo que sí sabemos son las consecuencias que tendrá si vence la anodina luz, esclavitud para una raza hecha a medida de unos seres que tomarán medidas más drástica para que no vuelva a producirse otro levantamiento. Si por fortuna ganan los seres que portan la luz junto aquellos humanos que se unieron a sus filas, por fin podremos salir de esta Gran Mentira, la venda se caerá de forma definitiva de nuestros ojos, viendo la realidad tal cual es, sin artificios, las brumas se disiparan mostrando lo que realmente somos, quizás algunos no sean capaces de soportar la verdad, por ello una de las misiones de los Caídos será enseñarnos a vivir en un mundo que como nuevo se presentará ante nuestros extrañados ojos.
Por el bien de una humanidad adormecida que solo sabe vivir en perpetua servidumbre, esperamos que al final los Guardianes del Saber junto a los Dioses Rebeldes, puedan gritar: ¡Y se hizo la Oscuridad...! Porque esto será el comienzo de una nuera era en Libertad, un tiempo en el que los que sobrevivan podrán con orgullo escribir su propia historia, una historia que comenzará así: En el Principio…”

Una Reflexión de Fernando García

El final de una historia de amor


Dos figuras sentadas en el banco del parque, contemplando las primeras luces del amanecer. Dos ancianos que observan en silencio hacia el horizonte, con las manos entrelazadas. Llevan horas allí, en el más absoluto silencio. Han decidido que  sea la última noche y quieren, como  deseo final, como consuelo anhelado, que los rayos del sol acaricien sus viejos rostros por primera y  última vez.

Ya no tienen recuerdos. La enfermedad corre por sus venas como un diablo que consume sus almas poco a poco, debilitando la fortaleza de la que antes hacían gala. Débiles y derrotados por el tiempo ha llegado el momento de su extinción.

No quieren vagar en la oscuridad. No desean derramar más sangre. Todo aquel horror forma parte de un  pasado que ya quieren olvidar.  Y ahora, por decisión propia, esperan que el hermoso sol los abrace con la suavidad de una caricia.

Sus arrugados cuerpos, antes fuertes y vigorosos, sentirán el impacto del amanecer y su piel arderá provocándoles dolor y sacudidas como nunca han podido imaginar. Se han prometido no gritar.  Están decididos a permanecer inmóviles, esperando consumirse sobre el banco de madera. Hay una cosa que juraron mantener: Acordaron no soltarse de las manos. Que el final fuera para ambos, como expresión de una vida legendaria latente entre las sombras, como si por una última vez hicieran el amor.

Arderán. Lo saben. El dolor será tan insoportable que sentirán dudas. Ya están hartos de esconderse, de continuar matando. La enfermedad ha crecido tanto en su interior que sienten una pesada losa  aplastando el resquicio de lucha que pudiera quedar en sus conciencias. Ya no hay nada que hacer. Mejor ahora, desaparecer juntos que perderse uno al otro a través del tiempo y sumergirse en la más honda soledad.

Sus ropas se prenderán de llamas y sus cuerpos se agrietarán hasta consumirse por completo mientras sus cabezas se convierten en bolas de fuego de las que emanará el humo negro de su existencia. Poco a poco se consumirán y sobre el banco quedarán dos montones de cenizas unidos por un pequeño reguero que antes fueron sus manos entrelazadas.

Nadie comprenderá todo lo que han sufrido.  Nadie sabrá lo felices que se han ido. Juntos, como siempre estuvieron. Unidos, como estaba escrito desde los albores de los tiempos.

Viajarán hacia la nada. Sus vidas quedarán almacenadas en el parque, para deslizarse lentamente entre las rendijas del banco en el que han decidido acabar con su sufrimiento. Hasta que un soplo de aire levante sus cenizas y los haga volar de un lado a otro, entregando su ser a la esencia de una Naturaleza que los vio nacer como monstruos. Sus restos quedarán desperdigados alrededor de un mundo cruel que los mantuvo como esclavos de la noche desde el mismo día que cobraron vida.

Hoy se entregan  a la muerte, que los barrerá  con desprecio.

Tras muchos siglos de angustia y pavor, de horrores indescriptibles y actos malvados, han decidido acometer una de las proezas mas valientes que especímenes de su raza se hayan planteado jamás. Su sacrificio ha sido voluntario. No se  les ha obligado. 

Nadie sabrá que en el instante final, cuando el sol surja como un ogro tras la montaña, ellos se agarrarán las manos con fuerza y pasión, para sentirse el uno al otro. Convertidos en un solo ser llorarán  y sus lágrimas, por  primera vez en su larga y terrible existencia, serán  reales. Desaparecerán inmersos en la felicidad, sintiendo que mientras uno se va  el otro le acompaña.

Sus vidas se extinguirán al compás que marca la tragedia y lo que sentirán dentro de sí mismos, más allá de sus cuerpos, los hará  parecer, por primera y única vez, seres humanos.  Y esa sensación, que les obsequiará con el beneplácito de notarse vivos,  ni siquiera la muerte la podrá hacer desaparecer.

Aquellas dos figuras que permanecen sentadas  en el banco se sienten un solo ser. En apenas unos minutos no serán  más que recuerdos que se evaporarán con el transcurrir del tiempo y que nadie echará de menos.

Fueron felices y lo son sobre todo en el instante final, en el momento en que ambos han decidido   viajar juntos hacia la profundidad de la nada.


Es el final de una  historia de amor, nada  más.