20/09/2015
El programa Tu otra sombra de esta semana os trae el siguiente contenido:
* La magia de Egipto. De la mano de Miguel Ángel Bernal llegaremos hasta las creencias religiosas y místicas del antiguo Egipto.
* Codex más allá del misterio. Hoy escucharemos los entresijos que nuestros compañero Sergio R. Vaqué ha tenido que plantear en su obra literaria Arca Sacrarium
* Relato del terror: "El juego del día y la noche", escrito por José Manuel Durán.
* Cuaderno de Investigación. Los casos extraños que os ocurren, contados por los propios testigos.
* Cuando miro a las estrellas... Mi reflexión sobre: "De mi amiga, desde la oscuridad".
Podéis descargarlo en Ivoox o escucharlo aquí, en la Sección Tu otra sombra:
EL JUEGO DEL DIA Y
LA NOCHE
Cuando el sol se ocultaba tras las montañas, los gritos en la habitación
del niño sonaban con tanta agresividad que ninguno de los presentes tenía el
valor suficiente para levantarse y acudir en su ayuda. Permanecían
sentados en el salón, con los rostros atrapados por el miedo, con las manos
cubriéndose los oídos para evitar escuchar el espanto que salía de la garganta
del pequeño: Alaridos horribles, llantos infernales, desgarros causados por una
voz ronca que insultaba y maldecía. Y aquella tortura se mantenía hasta que el
sol asomaba por el horizonte, con las primeras horas de la mañana. Pero
mientras tanto, el infierno se desataba en la planta de arriba. Cada noche.
El sacerdote no llegó a entrar en la habitación. Al tocar con la mano el
pomo de la puerta y notarla tan fría como el hielo, decidió bajar y reunirse
con la familia. Temblaba de miedo, su voz quebrada apenas fue audible. Nadie
entendió las palabras que pronunció. Después se marchó, envuelto en su sotana y
agarrando el maletín donde llevaba “las armas del Bien” como él mismo las
había definido. Se alejó de la casa con prisa mientras en la habitación del
pequeño brotaba una carcajada siniestra, seguida de nuevos insultos y
vejaciones, esta vez dirigidos al ministro de Dios.
Se miraron aterrados. Una noche más se sintieron indefensos.
El Mal se había adueñado del pequeño. Entró en su cuerpo y violó su alma.
El tormento del infierno se desató en su interior. Las convulsiones de su
cuerpo. Las marcas horribles en las palmas de las manos y pies. La sangre que
resbalaba por sus mejillas y aquellos ojos diabólicos. El rostro desfigurado
del niño. Su voz ronca que recitaba letanías macabras en idiomas extraños. Los
trozos de cuerda que salían del interior de su estómago, como cadáveres rotos
de serpientes. El aullido de los lobos en el exterior. Los cánticos satánicos
de demonios invisibles. El intenso frío que emanaba de la habitación y su olor
putrefacto. Los vómitos del muchacho. Sus gritos de dolor. Y nadie,
absolutamente nadie, podía hacer nada por aliviar tamaña tortura…
…hasta que las sombras se esfumaban con el frescor de la mañana y entonces,
sólo entonces, llegaba la calma.
El niño exhausto en su cama. Fatigado y enfermo. Con sus ojos sin el brillo
de la vida. Su alma rota y abandonada. Reposa en silencio, sin conciencia.
Sus padres a los pies de la cama. Observan con lágrimas en los ojos. No se
atreven a tocarlo ¿Y si el simple contacto les contagia el Mal?
Sus hermanos mayores se sienten impotentes. Su hermana pequeña
observa sin comprender. La lenta respiración induce a pensar que en cualquier
momento el niño morirá. Rezan para que por fin el Señor se lo lleve. Como
expresión de su crueldad más infinita el crío seguirá con vida.
Y el tiempo no se detendrá. Caerá la noche. Y con ella las tinieblas.
Entonces el Mal volverá a rasgar su inocencia y penetrará violentamente en
su interior. Regresarán los horrendos gritos de dolor. De nuevo las
convulsiones y los insultos, las lamentaciones y las vejaciones más
infames.
Cerrarán la puerta para no verlo. Se cubrirán los oídos para no escucharlo.
Pero el Mal azotará el alma del muchacho y hará de su cuerpo su posesión más
preciada. Se burlará de él. Lo humillará. Le provocará lesiones. Se jactará de
su poder. Y en su libre elección lo irá conduciendo un poco más hacia la
profundidad del infierno...
…hasta que el día decida que ya es suficiente, que es necesario concederle
una tregua, para que descanse, para que no muera. Y la oscuridad aceptará las
reglas. Se alejará. Las sombras abandonarán la habitación. Las tinieblas se
esfumarán en un abrir y cerrar de ojos, dejando pura su alma…
…hasta que vuelva la noche.
Y con ella de nuevo el horror de una maldad infinita que ahogará la
conciencia de un alma pura sin apretar demasiado. Para no ahogarle. Para que no
muera.